Julián M. Vélez T.
Con el concepto de Desarrollo, no se ha tenido un cuidado suficientemente diferenciado, hasta ahora, se ha identificado al desarrollo tan solo como un asocio del Crecimiento Económico o del incremento de la capacidad industrial de un país, por el cual, es posible, mediante un mecanismo de transmisión o “empuje” los demás desarrollos, reasumidos todos como un nivel de “bienestar” adecuado para toda la sociedad, para esto, se ha pretendido la Homogeneización de las sociedades a un nivel determinado por la Sociedad Occidental moderna, y la utilización de diferentes modelos que buscaban lograr este objetivo. La visión crítica de estas concepciones producto del “racionalismo” en tanto paradigma epistemológico, que nos ofrecen autores de la talla de Castoriades y Morin, “mueve el piso” de cualquier profesional formado en una disciplina tan “matematizada”, elegante y bien formulada como la economía. Advierte el origen de la disciplina como la económica, producto de un paradigma epistemológico y como base o “aparato” de la Burguesía, que surgía paralelamente con este paradigma.
Las concepciones economisistas de Desarrollo, si bien lograron un crecimiento de bienestar en algunos niveles, principalmente en los países centro y algunos de la periferia (para expresarnos en términos cepalinos), El desarrollo ingresa en una crisis que la denota de mejor forma Egdar Morin.
Reflexiones sobre el desarrollo y la racionalidad
Desde el nacimiento de la Disciplina Económica se ha evaluado el concepto de Desarrollo, desde el mismo título de la obra de Smith, donde pareciera identificar el Desarrollo como “Riqueza de la Nación” han surgido diferentes puntos de vista para estudiar este tan complejo concepto.
Desde el siglo XIX, siglo de surgimiento de diferentes posiciones epistemológicas y conceptuales hasta la década de los 30 del siglo XX, el concepto de Desarrollo parece identificarse como Progreso.
A partir de esta época, probablemente por el “septiembre negro” el concepto fue revisándose, pero conservando el matiz inicial. El concepto Progreso aparentemente representa gran variedad de situaciones. La propuesta de Progreso entendido como “Crecimiento gradual”, ascenso, escalada o mejoramiento, tuvo su protagonismo con la estrategia librecambista de la economía Liberal representado por los Clásicos y Marginalistas. Luego del crash de la bolsa en el 29, el concepto fue revisándose identificando al Desarrollo como El crecimiento del Producto Nacional Bruto, entendido como el incremento de la producción nacional de un país, y el eventual crecimiento del ingreso nacional, todo esto gracias a la operación y/o participación del Estado. Con la Crisis Energética de los 70’s, volvió a reevaluarse el concepto de desarrollo identificándose como Crecimiento Económico a partir del mercado.
Debe tenerse también especial atención a lo sucedido en la década de los 60´s cuando Europa se desprendió de su política Imperialista y permitió la independencia de las antiguas colonias, es aquí donde el concepto de Desarrollo incorpora un nuevo elemento: La autosostenibilidad en el crecimiento. Los países imperialistas lograron su desarrollo a partir de un nivel de “madurez”, donde esa madurez es la que mantiene “sostenible el desarrollo”, por lo tanto, los países subdesarrollados, han de lograr su madurez de una forma similar: si es posible establecer o ayudar a un país atrasado a llegar a esa madurez, éste se hace autosostenible en el crecimiento.
Hasta aquí el problema del desarrollo se identifica casi exclusivamente al problema del Crecimiento Económico y se excluyen otras opciones de crecimiento. En este sentido, la crisis energética permitió observar una dicotomía entre el crecimiento económico-industrial versus el crecimiento ambiental, lo que supuso que los economistas se encargaran de encarar el asunto: la solución fue la inclusión de nuevas variables a los modelos económicos y econométricos manejados hasta entonces, es aquí donde se empieza a hablar de indicadores sociales y de bienestar así como surgen las primeras preocupaciones por valorizar el impacto económico para lo ambiental.
Para Castoriades, los economistas se encuentran ante una miopía conceptual, ya que no se ve más allá de lo evidente, el concepto racionalista ha hecho que el progreso, el crecimiento, sea ilimitado.
Los sacrificios ambientales no son suficientemente “valorados” , adicionalmente la estructura “dominante- Dominado” (Desarrollados-Subdesarrollados o “Centro-periferia), parece también su aparición en el sentido que la “periferia” quiere asimilarse o asemejarse al “centro”, mientras que el “Centro” desea mantener su Preeminencia o Hegemonía, por ello, los países no están dispuestos a “sacrificar” el Crecimiento económico para pensar en un mejoramiento de los problemas ambientales.
Ante esta situación, los pensadores se han dado cuenta que el Desarrollo no es un proceso Natural, sino que es virtud de una Sociedad Occidental, entendida esta sociedad como la poseedora de un paradigma epistemológico tan abrumador como la racionalidad, racionalidad esta que pretende hacer lo ilimitado, lo infinito, lo incomprensible, en comprensible, una Sociedad occidental que se contrapone, gracias al pensamiento Judeo Cristiano al pensamiento occidental primigenio representado en los griegos, donde lo real, verdadero es lo limitado, lo finito.
Es entonces, en esta sociedad occidental donde el desarrollo se enciente como crecimiento autosostenido, y se logra, como ella lo ha logrado mediante un proceso de maduración, por lo tanto, la sociedad occidental (Centro-dominante) es una sociedad madura; ante esto, la propuesta de desarrollo es una propuesta de madurez, para ello, en la época “gloriosa de capitalismo” (Ocampo, 2004) se propuso para América Latina el famoso Modelo de Sustitución de Importaciones. Ciertamente que en el modelo de Sustitución de Importaciones, la industrialización liderada por el Estado era el común denominador, y fue vital para el crecimiento de América Latina en las décadas de los 60’s y 70’s; las mutaciones hechas a este respecto a mediados de los 70’s, disminuyó el dinamismo del crecimiento; por lo que se desmeritó esta forma de desarrollo, buscando la opción del mercado.
Al realizar dicha transformación y revisionismo del modelo, cambiaron indudablemente los patrones de producción, donde muchos sectores presentaron disminución o crecimiento nulo en su productividad. Y desde luego, hicieron que las instituciones de cada uno de los países que optaron por esta posibilidad, cambiaran.
Estos problemas, son expresados por Castoriades como “renuencia a dejar lo que los países han sido… estos países se enfrentaron a una actitud humana negativa hacia el desarrollo, donde el hombre es quien no se desarrolla” (Castoriades, 1979), por lo tanto no existe una “clase de empresarios”, esto puede relacionarse con la “ética Protestante” denotada en los países desarrollados, luego, para establecer un cambio y alcanzar un desarrollo es necesario un cambio de mentalidad, una transformación global.
Ante esto, surge nuevamente el problema con el concepto de Desarrollo, donde no puede entenderse como un aumento del nivel de producción de un país, sino “llevar un modo de vida Apropiado”, es aquí donde aparece la “crisis”.
La crisis entonces puede verificarse como una crisis de identidad, donde la sociedad Occidental no es la misma sociedad Occidental griega; si bien el Desarrollo puede entenderse como un estado de Madurez y como un fin, como un estado natural al que se debe llegar, pero la sociedad occidental ha concebido este desarrollo como “progreso infinito”, distinta a la concepción griega de lo “finito” y “limitado”; esta concepción original de la sociedad occidental griega se transforma con la religión Judeo-Cristiana y es perfeccionada gracias a la Reforma protestante y al siglo de las luces que permitió el surgimiento de la “Razón” y la “racionalización”, entendida como la matematización que puede sintetizar lo ilimitado, lo infinito. Paralelamente el surgimiento de este paradigma epistemológico como lo es el “Racionalismo”, aparece la Burguesía. El Racionalismo aparece como una propuesta de “aplicación de la ciencia a la Industria” y viceversa, esto se constituye como máxima del progreso; por lo tanto, el desarrollo no es alcanzable desde el punto de vista epistemológico del racionalismo donde se presenta como “salir de todo estado definido, en alcanzar un estado que no está definido por nada salvo por la capacidad de alcanzar nuevos estados” (Castoriades, 1979) El racionalismo ha reducido su incomprensión del desarrollo en comprensión del crecimiento ilimitado y progresivo, es entonces que, como el desarrollo es infinito, éste no es comprensible, por lo que se debe optar por la opción del crecimiento que sí lo es; por eso se recurre a “significaciones imaginarias” para tratar de expresar lo inexpresable, ya que esas significaciones pretender mostrar una “realidad virtual”. Pareciera entonces que la actitud reduccionista del economista de modelar la realidad a partir de supuestos, mediante la utilización metodológica del “Caeteris Paribus”, herencia recibida por la ciencia económica del racionalismo. Los economistas al tratar una valoración ambiental se limitan a medir costos y productos, que según Castoriades, son inmedibles además, el concepto de Tiempo manejado por los economistas no es claro ya que al tratar un tema como la tasa de interés, que está determinada de la tasa de crecimiento, y para medir estas tasas es necesario tener plazos que son subjetivos. Lo que el autor llama “Técnica Virtual” que está relacionada con los fines en los que se usa, y esta técnica virtual es tratada por el racionalismo como “omnipotente”, que como tal tiene que ver con la “potencia”, donde esta potencia no está bajo un control total. Los científicos han creído entonces que el racionalismo permite una progresión ilimitada “asintótica”, se cree que se crece en potencia, pero en realidad el crecimiento es local y limitado; la muestra de esta falacia es que ante nuevas situaciones originadas por la Técnica que genera “externalidades” positivas y negativas, donde en las externalidades negativas no ha habido un control eficiente ni precisión de solución a los problemas que surgen. El hombre con su sentido Racional de Poder o “potencia” pierde su naturaleza.
El nuevo concepto de Desarrollo reevalúa las diferencias, ya no existen diferencias entre los pueblos, el concepto del paradigma Racional para la libertad ha convertido al Occidente en esclavo de este mismo concepto. La razón por tanto, es una creación histórica del hombre, el occidente ha tratado de borrar las diferencias con la imposición de “modelos de desarrollo”.
La propuesta pues, para el autor es de demolición de las concepciones de los pueblos (entendidos como habitantes) y desligarse del Paradigma Racionalista.
El desarrollo de la crisis de Desarrollo
Para Morin, la noción de desarrollo se relaciona con la noción Biológica, una noción de “desarrollo de potencialidades”, es decir, el desarrollarse se entiende como lo que “debe suceder en un periodo, donde es posible el crecimiento de “unidades constitutivas y extensión de potencialidades, dado que se entiende como “debe suceder”, no sería correcto afirmar que se refiere a un crecimiento geométrico o de gradiente hacia el infinito, sino algo más bien cíclico, natural, critica por tanto, la noción “racionalista” como lo diría Castoriades, de un crecimiento sin límites, de un crecimiento o construcción de un “futuro inédito”. Por lo tanto, para los “racionalistas” el desarrollo se convierte en una “Aventura”, esta aventura hace del hombre un “Ser soberano e iluminado”.
El surgimiento de la burguesía ha permitido que el hombre tome el progreso como una expansión de las virtualidades humanas, gracias al Racionalismo, y se generen libertades (al estilo racional) en el hombre. Se tenía que la expansión de esas libertades que un paradigma epistemológico como este, generaba confianza eliminando toda incertidumbre, la libertad garantiza crecimiento humano tanto económico como social, además de garantizar la libertad absoluta a todos. Pero resulta que se encuentra el mundo ante un carácter reductor reducido al tecnoeconomicismo, se plantea al desarrollo como una solución a los problemas sociales fundamentales que tiene el ser humano, es en esta época en la que se enfrentan estos conceptos “Onusianos” en los que parecía evidenciarse que el desarrollo se daba gracias al crecimiento económico entendido como crecimiento industrial, donde a partir de unos mecanismos de transmisión, se evidenciaba un ciclo de tipo “multiplicativo”, retomando al crecimiento industrial y generando, gracias a él, el anhelado crecimiento económico, la expansión humana y el desarrollo social, por lo tanto, para esta visión reducida, el Desarrollo tranquilamente podría describirse como el mero crecimiento del Producto Interno Bruto de un país. Es aquí donde parece complementar la posición de Castoriades de establecer un nivel de “madurez”, éste sin duda, era el del establecimiento de una “sociedad Industrial”, lo que sin duda, se concebía como panacea, por lo que se adoptaron modelos como el famoso Modelo de Sustitución de Importaciones en América Latina, en esta época de 1950-1970. Para Morin, el desarrollo, para que sea desarrollo, debe desligarse de la exclusividad económica, debe también incluir al hombre, que como tal, es quien se sirve del desarrollo, y como incluye al hombre, también debe incluir la sociedad que lo circunda, por lo que el desarrollo ha de ser “autodesarrollo” es decir, un desarrollo del Hombre, tanto como sociedad y como individuo. Dado que no se considera esto cuando se habla de desarrollo, se generan la “Crisis de Desarrollo”.
La crisis entonces puede definirse como un “progreso de la incertidumbre” y además de la regresión del determinismo propio del sistema; donde las crisis se identifican porque hacen posible la transformación parcial del sistema. El progreso de la incertidumbre es entonces una característica del Desarrollo, pero al mismo tiempo la regresión del determinismo se puede entender como un desbloqueo de virtualidades, es decir, una modelación de aquello que genera incertidumbre y es infinito, ilimitado (poniéndolo en términos de Castoriades), una reducción o como llamarían los economistas, un Modelo, que transforma al sistema, no tratando de hacer el modelo similar al sistema sino al contrario, haciendo del sistema, más similar al modelo ya que este supone soluciones, que es lo que se debe dar en las crisis, para esto, se revisan modelos que hacen volver al Statu quo ante. Es evidente, que ante los problemas surgidos en la aplicación de los modelos económicos en este periodo de tiempo (Era dorada del Capitalismo), se proponen soluciones y se rescatan “modelos”, ante la “Crisis del Modelo Cepalino” o del “Modelo Keynesiano” se propone el Paradigma “Liberal” pero “recargado” surgiendo el “Neoliberalismo” como propuesta de solución a la Solución del problema anterior; es decir, la solución a una crisis actual, es la misma crisis anterior.
Las ventajas que daba un crecimiento industrial en este tiempo, hacían que las condiciones se reevaluaran: El poseer ingreso, democracia y comodidad no parecían suficientes para alcanzar la felicidad, por lo que se empezaban a ver los síntomas de una crisis en el desarrollo. Aunque el desarrollo económico o crecimiento industrial, parecía cumplir con lo prometido, pero empiezan a vislumbrase nuevos problemas, un nuevo malestar, el crecimiento industrial, por tanto, está aportando insatisfacciones, soledades, no aporta a la expansión humana. Contra el desarrollo económico entonces se encontraba un subdesarrollo moral, afectivo y psicológico, pero también del orden Etnico cultural, dado que este bienestar lo que estaba generando era una “homogeneización”, presente también entre países, como lo recuerda Castoriades; pero con la particularidad, de que las sociedades llamadas “desarrolladas”, se encontraban con las “regresiones culturales”, donde se pretendían reconocer las diferencias étnico culturales de los habitantes, en búsqueda de una felicidad que el modelo y el sistema no podían brindar.
Y es ese misma reevaluación étnico cultural que permitió el surgimiento de una “fiebre” ecológica, donde se está necesitando un “ambiente natural”, por lo que surge la necesidad de huir de la selva de cemento a lugares más “naturales” para “vacacionar”, donde el empresario, obrero o miembro del sistema imperante, quiere convertirse en otra cosa, en lo que nunca ha sido: campesino (pseudo campesino en términos de Morin), parecen coexistir en una misma persona, roles contrapuestos de sistemas mutuamente excluyentes, donde la solución del problema inicial: salir de una sociedad campesina, es el crecimiento industrial, pero éste a su vez, con sus insatisfacciones, genera otro problema cuya solución es el problema inicial.
Con todo, se evidencia un estado de descomposición del paradigma epistemológico Racionalista, que ofrecía al crecimiento industrial como la panacea a las necesidades humanas, haciendo ver progresivo, asintótico, ilimitado e infinitas las posibilidades humanas y, al mismo tiempo, reduciéndolas, modelándolas, limitándolas a supuestos y aplicaciones del Caéteris páribus en Modelos elegantemente delineados y muy matematizados, que si bien parecían funcionar en algunos aspectos descuidaban al resto, por lo que tampoco merece la consideración del desecho total a los aportes que este paradigma ha hecho al progreso humano y desarrollo del hombre.
Por tanto, la crisis del Desarrollo es una Crisis de los demás desarrollos: Humano, psicológico, social, moral, etc. Y hasta crisis de la sociedad propuesta por la Burguesía, una crisis del paradigma Racionalista mismo, y por lo tanto, no es posible vislumbrar soluciones de corto plazo.
La propuesta entonces de Morin se basa en la reformulación del concepto de desarrollo, una reformulación donde las subordinaciones deben estar centradas en el hombre y no en las herramientas, entendidas éstas como crecimiento industrial y la técnica y la ciencia. Es necesario también tener conciencia que esta reafirmación debe ser en el sentido de Autodesarrollo, es decir, en desarrollo del hombre, que actúa y posibilita su propio desarrollo. Al igual que Castoriades observa la necesidad de una transformación radical, y observa la misma crisis como “empujones” hacia esa transformación.
Sin duda, las propuestas de autores como estos, generan cierta emoción conceptual al revisar conceptos que aunque aparentemente son aceptados, y hablados por todos, desde el punto de vista epistemológico, muy pocas veces son verdaderamente entendidos, estos autores abren la puerta hacia el descubrimiento verdadero que estas palabras encierran; mientras que al economista lo reevalúa sobre la miopía conceptual en la que se encuentra, a las demás disciplinas las invita también a la discusión, no quedando solamente en meras discusiones económicas, antropológicas, sociológicas, sino que busca que entre todas estas disciplinas y otras más, se llegue al punto común, al punto inicial, y qué mejor que el origen mismo de todas las disciplinas: la Teoría del Conocimiento, la filosofía pura que es la madre de las ciencias.
Referencias
BELASSA, Bela, BUENO, Gerardo, KUCZYNSKI, Pedro Pablo y SIMONSEN, Mario Henrique. (1986) Hacia una renovación del Crecimiento Económico en América Latina. El Colegio de México, Fundacao Getulio Vargas, Institute For International Economics. Mexico, Rio de Janeiro, Washington.
CASTORIADES, Cornelius et All, (1979) El mito del Desarrollo. Editorial Kairos. Barcelona (España).
CASTRILLÓN, Alberto. Artículo de Revista sobre el libro Paul Ormerod: “Por una nueva economía: Falacias de la teoría Económica”. Revista de Economía Institucional. Vol 4 #6 Primer Semestre de 2002.
OCAMPO, Jose Antonio (2004) Reconstruir el Futuro. Globalización, Desarrollo y democracia en América Latina. Grupo Editorial Norma – Naciones Unidas. Bogotá
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Aquí el concepto valorado no se aplica en términos económicos de relacionarlo con valores pecuniarios, para lo cual la expresión más adecuada sería “valorizar”.
El concepto neoplatónico demuestra que lo verdadero es Dios, superior a la realidad física (metafísico) y por lo tanto, infinito.
Ocampo, Jose Antonio (2004) Reconstruir el Futuro
Castoriades, Cornelius et All, (1979) El mito del Desarrollo, p. 190.
Ibidem, pag. 194