Julián Mauricio Vélez Tamayo
Sobre Políticas de desarrollo
Se habla de dos teorías principales de desarrollo, a saber, la teoría neoliberal, y la teoría institucionalista.
Hoy en día, comúnmente se concibe un mundo globalizado, donde el modelo impuesto, es el neoliberal; y donde no cabe otra forma de pensamiento económico que no sea esta, ya sea porque “es lo que está en boca de muchos pensadores importantes”, “es lo que se está viendo ahora”, “después de lo ocurrido en la última década es lo para donde está apuntando”. Y no se dislumbra otra posibilidad de búsqueda de desarrollo económico, que conllevaría al desarrollo social.
La doctrina neoliberal
Donde su principal lema o slogan es: el libre mercado, la fluctuación libre de la oferta y de la demanda, no solo a nivel micro sino macro; una búsqueda de optimizar el nivel de ahorro, etc. Todo lo que vaya con la doctrina de la mano invisible y del Laissez Faire, que fue lo que llevó a los países desarrollados a los niveles en los cuales se encuentran en la actualidad.
Sin embargo, existen muchos otros pensamientos que buscan precisamente lo que éste: un desarrollo económico y social sostenido; en el texto de Dietz, se nos presenta la posibilidad del institucionalismo dentro de otras teorías heterodoxas.
En contraposición de la doctrina ortodoxa – neoclásica, que propone la disminución considerable del aparato estatal, la privatización de las empresas. Medidas tomadas muy comúnmente en la mayoría de los países latinoamericanos sin muy buenos resultados; aunque se habla de un crecimiento del producto interno bruto de éstos países, la brecha entre ricos y pobres es aún muy grande, y es más, se está ensanchando; aunque el crecimiento económico parece estar dando resultados, el crecimiento y/o desarrollo social, cae exageradamente. Es muy posible que el pensamiento de erradicar la pobreza mediante la doctrina neoliberal funcione, pero no en la forma que se podrá imaginar, sino mediante la erradicación total de los pobres. El problema resulta, entonces no en la eliminación de la pobreza como suceso social, sino eliminar la pobreza, eliminando los pobres.
Se podría entonces entender, que el nivel de participación del estado en un modelo neoliberal ha de disminuir considerablemente, pues la labor de éste (mayoritariamente social), tendría que caer, por las soluciones dadas por el mismo modelo. Mediante el modelo neoliberal, se le da mayor prioridad al mercado, por tanto a la competencia, y desde luego, la salida de éste y eventualmente desaparición.
La doctrina institucionalista
Vendría a contradecir ésta propuesta, una doctrina denominada institucionalista, donde, principalmente, dada la experiencia de muchos países después de la Segunda Guerra Mundial, donde el papel de Estado fue muy importante para la economía de estos. Pues es el Estado, quien debe dirigir el mismo Desarrollo económico y social. La labor de los mercados es incompleta, el mercado no identifica quien tiene o no necesidad, solo se encarga de desechar los que no cumplen sus leyes sin importarle si el que sale tiene familia que mantener, o si el país posee gran cantidad de personas que viven de un trabajo agrícola “poco competitivo”; aunque la competencia busca una elección natural de los más fuertes, siempre lleva a la desaparición de los más débiles.
Para los institucionalistas la actividad intervensionista del estado, en el sector público y privado, pueden ayudar para el desarrollo económico y social. El estado, es el indicador de confianza, culturalmente así es entendido, como un ente al que se recurre en momentos de dificultades. El estado fuerte, es el que puede ayudar en la creación de autonomía Nacional de tecnología, para crear sus propias tecnologías y adaptarlas a las propias necesidades nacionales y el mismo desarrollo de las mismas, y por tanto a un control total sobre el proceso de producción. Para ello, ha de considerarse la consecución o producción de mano de obra calificada o educada, y crear una cultura tecnológica como en los Estados Unidos en el siglo XIX y en el sureste asiático en el XX .
Es entonces, que el mercado no es la herramienta para desarrollo, como lo presume la doctrina neoliberal, sino el desarrollo tecnológico que conlleva a una mejora de la capacidad industrial de producción y por tanto genera un desarrollo económico y por ende social. Medidas como reformas agrarias que generen mayor productividad, pueden ayudar al progreso y crecimiento económico.
El gasto público del estado fuerte, debe estar enfocado hacia la educación, la comunicación (tanto telecomunicaciones como caminos, aeropuertos, autopistas, etc) que ayuden para la comercialización y/o movilización de materias primas y productos, además de inversión en investigación y desarrollo (I+D), salubridad social y salud además de cuidados a los más necesitados. No busca la eliminación del mercado o control total, sino que el mercado ha de servir de complemento para la producción, un manejo adecuado de la balanza de pagos, mediante un aumento de las exportaciones y mucho cuidado con las importaciones.
Sobre el modelo de Sustitución de Importaciones
Es claro, que la estrategia utilizada durante las décadas de los 50’s, 60’s y 70’s era la de un modelo de sustitución de importaciones.
Este modelo, que proponía la posibilidad de desarrollo de una nación, mediante el propio sistema productivo, aumentándolo e industrializándolo, diversificándolo, a partir de las necesidades específicas del país. Básicamente lo que busca el modelo, es construir un sistema productivo competitivo, con tecnología y conocimiento propio, a partir de la no importación de éstas de los países industrializados.
Algunos resultados del modelo
Al parecer, el modelo funcionó perfectamente con economías como la del sudeste asiático que pasaron a ser economías recién desarrollados, mediante la aplicación “A su manera” del modelo. Desde luego, una nación ha de ser desarrollada, en el nivel que su capacidad productiva e industrial, sea alta; es un tanto iluso pensar en economías desarrolladas cuyo producto principalmente es agrario; aunque la tierra, posea mucha riqueza, la riqueza “menuda” de la tierra, no es suficiente para el sostenimiento de un país, principalmente, porque los productos agrícolas, son alimentos, que son productos con utilidad marginal decreciente, y la tierra, tiene la característica también de poseer productividad marginal decreciente. Además, los precios de los productos agrícolas tienden a disminuir con el tiempo, debido principalmente, a una disminución de los costos, principalmente por el transporte y facilidades de producción, producto de innovaciones técnicas y tecnológicas.
Desde luego, toda mala aplicación, conlleva a malos resultados. El modelo de sustitución de importaciones desde un punto de vista bien utilizado, podría, como lo hizo en el sudeste asiático, llevar a las naciones a un desarrollo adecuado; sin embargo, las condiciones propias de Latinoamérica, como su ubicación geo-estratégica, su condición cultural, y su historia entre otras cosas, pueden ser los motivos por los cuales el modelo no dio los resultados esperados, aunque los obtenidos no fueron del todo malos.
No se trata si América Latina haya tenido dificultades en la aplicación del modelo, por su historia colonial, por ser herederos de una cultura española o por tener su característica religión. Aunque bien podría pensarse en su historia, ésta no tiene nada que ver con la herencia española, ya que si de eso se tratara, ninguna otra cultura romántica como la francesa o la italiana y hasta la misma inglesa, hubiese podido desarrollarse, por ser todas herederas de la cultura romana; sin embargo, es Inglaterra, Francia, Italia, y hasta España, ejemplos que se ponen para demostrar el desarrollo. Lo que distingue a Latinoamérica de los demás países es su historia particular, su muy reciente descubrimiento cultural, es decir, Latinoamérica es similar a sí misma, todos los países latinoamericanos son similares, comparten muchos asuntos comunes; no es posible hablar de un Colombia distintamente de Panamá o de Venezuela o de Ecuador, pues estos tres hicieron parte de una sola nación en un momento de la historia; no es posible hablar de un Guatemala, de un Costa Rica, de un Salvador, pues éstos hicieron parte de un país, no se puede hablar de un Perú y un Bolivia, sabiendo que fueron un solo país, no se puede hablar de un Argentina, de un Uruguay de un Paraguay, teniendo en cuenta que sucede lo mismo; el siglo XX, es el siglo donde empieza a configurarse una identidad nacional entre todos los países de Latinoamérica; el modelo de sustitución de importaciones viene a Latinoamérica en un periodo donde todavía se identifica un país con otro (tanto es, que no hacía mucho se había fundado la OEA) precisamente para buscar un desarrollo compartido y recíproco (aunque solo sea en lo político). Los resultados del modelo no pueden ser considerados como malos solo porque no resultaron en una región; Balassa (1986), propone que no todos los problemas surgieron igualmente en todos los países de Latinoamérica, aunque el sudeste asiático tuvo mejores resultados; pero, no es comparable el tamaño ni extensión de uno con otro.
Se habla de un modelo que fue evolucionando con el transcurso del tiempo; que los países de sudeste asiático, pasaron más rápido todas las fases del modelo que los países latinoamericanos, de un sistema de preguerra en el cual existía un constante de sustitución casi exclusiva de importaciones, que dan posibilidad de creación de nuevas tecnologías, producidas interiormente y acorde a las necesidades de cada país; a un nivel de expansión y apertura al resto del mundo, para la exportación de las tecnologías desarrolladas (caso Corea, Taiwán); es claro que el desarrollo de estos países tuvo que darse: la escasa riqueza natural de éstos países, le daban como única posibilidad el desarrollo de tecnología; mientras que los países por naturaleza (esto es, suelo, riqueza natural en general), se basaron es esto precisamente y no tuvieron necesidad en un principio de recurrir a la tecnología e innovación para mejorar sus productos.
El caso latinoamericano
El problema del relativamente “Bajo” Crecimiento de Latinoamérica lo resuelve Balassa mediante medidas “liberalizadoras” de tipo “Neoliberal”. Un acortamiento de la capacidad del estado, una apertura al exterior, una privatización de las empresas “ineficientes”, etc, son algunas de las medidas propuestas.
Básicamente se busca continuar con el modelo de sustitución sin necesidad de un cambio radical, pero el modelo se configuraría como un resultado natural de la apertura a las necesidades del mercado; es decir, la sustitución de importaciones se logra naturalmente manteniendo una tendencia a la devaluación “mantener tipos de cambio competitivos” (Balassa, 1986, pag 97) que generarían un estímulo a las exportaciones y un desaliento a las importaciones; con un tipo de cambio como el propuesto, sería inoficioso importar, y se tendría que buscar la forma de desarrollarlos internamente. El problema es que aunque las mercancías no se importarían, si tendrían que hacerlo el conocimiento, por lo que tendrían que comprarse patentes y traer personal especializado, lo que generaría un problema de Costo – beneficio. Una salida a esta dificultad puede darse en la inversión en investigación y desarrollo, además en educación; pero el tamaño del Estado tendría, con la propuesta, que disminuir y por tanto, preocuparse de los Servicios más básicos como el de salud y educación elemental. Pero esto aún generaría mayores problemas ya que el gasto no disminuiría notablemente y evidentemente nos encontraríamos ante un déficit fiscal y por tanto, recurrir a préstamos de entidades multilaterales, lo que generaría un crecimiento de la deuda. Los gobiernos tratarían por tanto de remediar estas dificultades, y como eventualmente lo hizo en su tiempo, mediante la emisión de moneda, generando tasas inflacionarias alarmantes (caso Bolivia, Argentina y Brasil con las dictaduras militares); retrasos en el pago de la deuda, tasas de interés reales negativas, etc. resultando un remedio mucho peor que la enfermedad.
Culturalmente, en Latinoamérica se ha concebido al Estado como un ente de filantropía, donde todos los problemas sociales de la población han de ser solucionados por este. Al contemplar el caso particular de Colombia, donde se configura desde la Constitución Política, como un Estado Social de Derecho es por esto, que todas las empresas estatales han de trabajar en ésta vía, convirtiéndolas, desde un punto de vista económico, en organismos que no generan ninguna clase de eficiencia ni productividad, y donde, dadas la posición neoliberal ha de privatizarse o liquidarse.
El modelo de sustitución de importaciones, tampoco se concebiría como un modelo encubridor de ineficiencia, sino todo lo contrario, al mejorarla, es posible responder a éstas necesidades. Es entonces común, considerar al Estado como un ente regulador y defensor del bienestar de los ciudadanos. Culturalmente se ha visto al padre, hombre fuerte y defensor, como al tutor y líder de una familia; Por lo que se podría considerar al Estado como a un Padre, cuyos hijos son todos los ciudadanos y ciudadanas que habitan en su extensión territorial. Es el Estado, el encargado de defender el interés común y el bienestar de toda su ciudadanía.
Ahora, se entiende por bien común, todo aquello que pueda llevar a una mejor estadía, a un mejor modo de vivir; y es él, el Estado, el que precisamente es el encargado de la redistribución del ingreso durante el proceso productivo.
Lo natural ha de ser dominado
Pero quien se encarga de la distribución inicial, desde el punto de vista clásico, es el mercado y no es muy adecuado, la distribución natural del mercado ya que la naturaleza se creó para ser dominada por el hombre (Génesis I, 28), y es que se ve la claridad con que es dominado, que hasta la doctrina económica muestra modelos contra-naturales, como lo es el mercado de competencia perfecta. La doctrina neoliberal, que considera la austeridad como uno de los principales pilares para la eficiencia del Estado, junto con la disminución del mismo y es que mayoritariamente en lenguaje económico, se considera a la obligación del estado de mantener ciertas actividades (como el de la educación, salud, bienestar social, etc.) como un gasto por parte del Estado y muchas veces se le reduce por considerarlo poco viable y con pobres resultados. Pero es en realidad una oportunidad para que muchos de los ciudadanos puedan llegar a lugares y puntos que si no fuera por la intervención estatal, no podrían llegar. A lo que me refiero es a que se debe dejar de considerar a esto como un gesto o acto que afecta la Demanda Agregada, sino como la acción de un ente humano para con sus ‘hijos’ humanos, como la acción de un padre para con sus hijos. Por lo que reducir el tamaño del Estado y adecuar las necesidades al mercado, no es lo más adecuado, ya que aunque el mercado hace una distribución ‘natural’ del ingreso, esto natural, como se ha mencionado anteriormente, puede ser manipulado por el hombre, ya que la naturaleza, en esencia fue hecha para esto, como cuando se menciona que las leyes fueron hechas para violarlas. Es el hombre quien entiende el proceso natural, el que llama a los fenómenos según su conveniencia y el que descubre leyes en su desarrollo; al conocer éstas leyes, es posible conocer el comportamiento y manipular los procesos según las necesidades; de esto, precisamente trata la ciencia; por lo que al ser manipulable, la distribución natural no es la mejor. Y es aquí donde el Estado ha de entrar ha hacer o cumplir su papel cultural: procurar una distribución equitativa.
Aunque el modelo de sustitución de importaciones no dio los mejores resultados; y mucho mas desde el punto de vista de analistas con animadversiones personales a los líderes latinoamericanos, por pertenecer a alguna posición política ya sea de izquierda o de derecha, fue adecuado para el periodo en el que se aplicó; además de no salirse del todo de la doctrina económica, sino mas bien que trata de mantener los postulados, solo con ciertas alteraciones por parte de la intervención del Estado. Lo natural se hizo para dominarlo...
Referencias
ALBORNOZ, Mario. Desarrollo y Políticas Públicas en América Latina. Medellín, agosto de 2003.
BELASSA, Bela, BUENO, Gerardo, KUCZYNSKI, Pedro Pablo y SIMONSEN, Mario Henrique. Hacia una renovación del Crecimiento Económico en América Latina. El Colegio de México, Fundacao Getulio Vargas, Institute For International Economics. Mexico, Rio de Janeiro, Washington 1986.
OCAMPO, Jose Antonio. Reconstruir el Futuro. Globalización, Desarrollo y democracia en América Latina. Grupo Editorial Norma – Naciones Unidas. Bogotá 2004
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